La cantidad de visitas que los niños realizan al dentista es considerablemente mayor en verano que en invierno.
Las causas por las cuales nuestro bienestar y salud bucal aumenta durante el período estival se divide en dos grandes ramas: los accidentes y los cambios en la dieta.
La cantidad de visitas que los niños realizan al dentista es considerablemente mayor en verano que en invierno.
Las causas por las cuales nuestro bienestar y salud bucal aumenta durante el período estival se divide en dos grandes ramas: los accidentes y los cambios en la dieta.
Los traumatismos dentales se incrementan en verano
Durante los meses de calor, existe una propensión mucho más elevada a realizar actividades al aire libre que en invierno. Ya sea al andar en bicicleta, practicar deportes en la playa o ir a la piscina, aumenta la exposición a patologías traumáticas. El resultado puede ir desde una rotura dental hasta una pérdida completa de una o varias piezas dentales.
El problema al que nos enfrentamos en el caso de la pérdida de un diente en nuestros hijos, es que no es conveniente realizar implantes hasta los veinte años de edad, momento en el que el desarrollo bucodental llega a su fin.
La salud bucal se deteriora en verano
Cuando nos encontramos de vacaciones, es sencillo perder las rutinas de higiene y de buena alimentación. Comer entre comidas e ingerir bebidas azucaradas se convierte en costumbre. Si a esto le sumamos que no nos cepillamos los dientes después de cada comida o de beber esta clase de bebidas, se incrementan las posibilidades de padecer caries y problemas periodontales.
Ante este cambio de hábitos, debemos tener más presente que nunca la rutina de higiene bucal:
- Correcto cepillado de dientes después de cada comida
- Pasarnos el hilo dental
- Usar dentífrico con flúor (los niños lo necesitan para proteger su esmalte dental)
Solución a la pérdida de un diente en niños
Un diente puede perderse tanto por un evento de índole traumática como debido al avance de una caries que no se detectó a tiempo y avanzó para tomar al diente por completo. Por otra parte, la pieza dental perdida puede ser de leche o permanente.
En ambos casos, ante la no recomendación de colocar un implante en el niño, lo que se procede a hacer es poner un mantenedor de espacio, el cual es una pieza metálica que impide que los dientes adyacentes al que se perdió se desplacen en la encía, reduciendo el espacio disponible para sustituir el diente cuando el niño llegue a la edad recomendada para realizarle otro tratamiento.